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lunes, 7 de julio de 2025

FAMILIA Y VACACIONES DE VERANO

 


Las vacaciones escolares suelen recibirse con alegría: llega el descanso, el tiempo libre, la posibilidad de estar juntos sin la presión de los horarios escolares, de los deberes, de las extraescolares. Es un momento que muchas familias esperan con ilusión, porque permite compartir más, reencontrarse, recuperar cierta calma. Pero a la vez, ese mismo tiempo que se presenta como una oportunidad, tiene momentos que pueden convertirse en un verdadero desafío.

Hay familias que organizan con antelación actividades, salidas, viajes, campamentos, y otras que van sobre la marcha, con lo que se puede y como se puede. Hay quienes disfrutan de esa flexibilidad para improvisar, y hay quienes se sienten completamente desbordados ante el exceso de horas sin estructura. En algunos casos, la ausencia de rutinas genera una sensación de caos, de no saber por dónde empezar el día, de niños nerviosos, padres agotados y una convivencia que se va enredando sin querer. Y es que, aunque las vacaciones suenen a relax, la realidad es que no todas las personas adultas pueden dejar sus responsabilidades o su trabajo, y conciliar se vuelve más difícil cuando los peques están en casa todo el día y la energía parece no agotarse nunca. Es fácil escuchar comentarios como “¡acaban de empezar y ya no puedo más!”, o “menos mal que la semana que viene empieza el campamento”. No es una queja sin sentido: es la expresión de un cansancio real que también merece ser reconocido.

 

Al mismo tiempo, las vacaciones son una ocasión valiosa para fortalecer el vínculo, para mirar más despacio, para acompañar desde otro lugar. Hay algo muy especial en ese tiempo compartido sin prisa, en los desayunos tranquilos, en las caminatas improvisadas, en las tardes de juego o en las conversaciones que nacen cuando nadie tiene que correr a ningún sitio. Muchas veces, no se trata de grandes planes, sino de esos momentos cotidianos que dejan huella: una tarde cocinando juntos, una siesta compartida, una risa que aparece en medio de un chapuzón.

 

Quizá por eso es importante cuidar un poco el ritmo, sin volver a imponer horarios rígidos, pero sí manteniendo ciertos hábitos que ayuden a que todo fluya mejor. Dormir bien, respetar las comidas, guardar algún espacio tranquilo en el día, puede marcar la diferencia. También puede ser buen momento para que los niños participen más activamente en pequeñas tareas, que ganen autonomía, que aprendan a aburrirse sin que eso sea un problema. No hace falta llenar la agenda ni estar haciendo cosas constantemente: el equilibrio muchas veces está en saber combinar actividades y tiempo libre, propuestas y juego espontáneo, presencia y también espacio propio.

Lo más importante, tal vez, no es cuánto tiempo pasamos juntos, sino cómo se vive ese tiempo. Mirarse de verdad, compartir, dejar que haya espacio para la alegría, pero también para el cansancio, para los desacuerdos, para todo lo que forma parte de convivir. Las vacaciones, con todo lo que traen, lo bueno y lo difícil, pueden ser una oportunidad para conectar, para conocer mejor a nuestros hijos, para redescubrirnos como familia. Y si a veces no salen como habíamos imaginado, si hay días caóticos o momentos tensos, también está bien. Porque lo importante no es que sean perfectas, sino que sean vividas, sentidas y compartidas desde la verdad y el cuidado mutuo.

“Lo esencial es aprender a estar con los hijos, no solo a hacer cosas con ellos.”

María Montessori

¡Feliz verano familias!

 

jueves, 6 de febrero de 2025

El juego, la exploración y la comunicación como base del desarrollo del aprendizaje lector.





Aprender a leer es un hito importante en el desarrollo de un niño, ya que constituye la base para el aprendizaje escolar y la comprensión del mundo que lo rodea. Sin embargo,  este proceso no debe adelantarse, ya  que cada niño tiene  su propio ritmo natural  para enfrentarse a este desafío.

La lectura requiere la interacción de múltiples áreas cerebrales y el desarrollo de habilidades específicas, por ello el niño  necesita alcanzar cierto nivel de madurez en habilidades cognitivas, lingüísticas y motoras para poder iniciar el aprendizaje de la lectura de manera efectiva como :

  • Desarrollo del lenguaje oral: vocabulario amplio y una adecuada construcción de frases son esenciales para relacionar las palabras habladas con las escritas.
  • Memoria y atención: capacidad de recordar sonidos, letras y palabras, así como mantener la atención en la tarea.
  • Conciencia fonológica: capacidad de identificar, segmentar y manipular sonidos en las palabras.
  • Coordinación visomotora: Habilidades como seguir una línea de texto con los ojos o dibujar formas similares a letras.


La edad para iniciar este aprendizaje suele ser entre los 5 y 7 años, aunque esto puede variar según cada niño. Forzar el inicio antes de que el peque  esté preparado puede generar frustración, rechazo o incluso dificultades de aprendizaje posteriores. El cerebro necesita su tiempo para formar conexiones neuronales entre las áreas visuales y lingüísticas que intervienen en el proceso lector.

El juego, la exploración y la comunicación con nuestro hijo  son actividades mucho más beneficiosas en las primeras etapas del desarrollo, ya que fomentan habilidades lingüísticas y cognitivas que preparan al niño para el aprendizaje.

Aquí dejo algunas propuestas para esta etapa pre-lectora

  • Hablar mucho con nuestros hijos, nombrando las cosas, narrando lo que hacen, para ampliar su vocabulario poco a poco , por ejemplo: "Ahora nos ponemos los zapatos, este zapato es azul y este es rojo. "Mira, aquí hay una zanahoria, es naranja y crujiente."
  • Hacer preguntas abiertas: "¿Qué crees que pasa si mezclamos estos colores?"
  • Leer cuentos en voz alta usando voces divertidas para los personajes.
  • Usar gestos, sonidos y dramatización para hacer la historia más envolvente.
  • Preguntar "¿qué crees que pasará ahora?" para fomentar la participación.
  • Leer el mismo cuento varias veces y dejar que el niño repita frases clave o complete partes de la historia.
  • Jugar al veo - veo  con sonidos  "Veo, veo algo que empieza con el sonido /s/".
  • Usar un libro ilustrado sin texto y pedir al niño que "invente" la historia observando las imágenes, podemos guiarle haciendo preguntas.
  • Cantar canciones infantiles con palabras repetitivas y rimas ("Debajo un botón", "Estrellita, dónde estás?").
  • Inventar rimas con su nombre o con objetos cercanos:
    • "Pablo come un rábano."
    • "Ana salta en la ventana."
  • Tener cuentos en diferentes lugares (sala, cocina, baño).
  • Leer cuando el niño lo pida, aunque sea solo para mirar las imágenes.
  • Etiquetar sus cosas con su nombre (mochila, vaso, cuaderno)
  • Tener papel y colores siempre disponibles para que el niño garabatee y dibuje cuando quiera.
  • Jugar a "escribir" listas de la compra o recados con dibujos y garabatos.
  • Imitar la escritura de mamá o papá cuando hagan notas o agendas.
  • Escribir notas pequeñas con dibujos en su merienda o debajo de la almohada.
  • Dibujar juntos en una papel o pizarra lo que harán en el día y podemos poner un nombre al dibujo
  • Contar y hablar sobre el día como si fuera un cuento o una historia, invitándole a participar a través de preguntas. "Hoy Lucas se despertó y desayunó pan con mermelada, luego jugó con su camión rojo y después fue al parque..." ¿Y...qué pasó después?" o "¿Qué parte te gustó más?
  •  Jugar a Simón dice...
    •  Toca algo que empiece con  el sonido /m/" (mesa, muñeco).
    •  Encuentra algo que rime con 'sol.
  • Recortar, pegar, hacer puzles , jugar con plastilina, acompañando al pequeño en su relato, construyendo juntos.

 Lo más importante:
✔ No presionar ni corregir, sino acompañar con entusiasmo.
✔ Incluir la lectura y la escritura en nuestra vida diaria de forma espontánea. Ser ejemplo.
✔ Aprovechar las experiencias cotidianas como juegos de aprendizaje.


                                                                                Elena Aurrecoechea Mariscal
                                                       




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