martes, 11 de febrero de 2025

CAMINANDO LA VIDA PARA VIVIRLA

 




CAMINANDO LA VIDA PARA VIVIRLA


Nos pasamos la vida buscando algo, como si siempre faltara una pieza para que todo nos encaje. Más tranquilidad, más certezas, más momentos que nos confirmen que estamos en el camino correcto y así van pasando los días, las semanas... la vida, sin terminar de vivirla. Miramos atrás, unas veces con nostalgia, otras con pesadumbre, dependiendo del día, de los acontecimientos. Pero si lo pensamos bien, todo ello, lo bueno, lo malo, los éxitos y los fracasos, las dudas, los momentos que creímos perdernos o aquellos que pensamos insuperables, las ilusiones, las personas que hemos conocido, los sueños cumplidos y los rotos, todo, absolutamente todo, forman parte del camino que recorremos hasta el último día de nuestras vidas. 

Tal vez, la felicidad no sea una meta a la que llegar, sino una manera de estar en el mundo, una actitud en el caminar de cada día. Muchas veces estamos aquí con la mente en otro lugar, en lo que pasó o en lo que vendrá y mientras tanto el día avanza y se escapa sin darnos cuenta de que la vida ya está ocurriendo, no es lo que será mañana, sino hoy.


Vivir es  ser consciente del momento, no como quien se conforma abnegadamente, sino como quien comprende que ese vivir es construirse, dando sentido a lo que hacemos y acontece, una oportunidad que nos regala la vida para poder descubrir otras maneras, otras posibilidades de ser, de estar en y con el mundo.


Vivir, va más allá del existir, es estar despiertos, atentos, con la mirada y los sentidos puestos en lo que nos rodea. Creo que quien agradece, reconoce la vida en todas sus formas de sentir, en cada historia, en cada encuentro, en cada despedida, nada le es en vano.  No es necesario que la vida sea perfecta, lo cual es una quimera, basta con saber verla, amarla, vivirla en lo cotidiano, siendo conscientes de nuestra vulnerabilidad, sabiendo que no tenemos todas las respuestas, que el miedo y el dolor también forman parte de la vida. Vivir  es aprender a sostenernos cuando los golpes llegan y sabernos vulnerables, ello nos permite abrirnos a los demás, desde otro lugar, sin miedo al juicio, sin armadura, conectándonos  con nuestro yo más íntimo, aceptándonos como seres no perfectos pero valiosos. Y creo que desde este lugar de autenticidad es donde nace la felicidad, en la libertad de ser nosotros mismos, sin miedo a fallar, sin la necesidad de encajar, en la serenidad de cada día. Porque cuando nos permitimos sentir, amar, vivir sin máscaras, descubrimos que la plenitud no es lo perfecto, sino la coherencia entre lo que somos y lo que expresamos, ahí , con todas nuestras luces y nuestras sombras es donde realmente empezamos a vivir el presente y nos construimos como personas.


Elena Aurrecoechea Mariscal

 


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